Refuerzos
- Fecha: 15 / Febrero / 2023
En el corregimiento de Morichal, a 15 kilómetros de Yopal, hay un colegio oficial: el Policarpa Salavarrieta. Tiene 1.100 estudiantes. Con ellos, hace varios años tenemos un bello programa: estudiantes que aprenden de estudiantes. Se trata de reforzar en matemáticas, inglés y música a los estudiantes que quieran. Como tiene dos jornadas (origen de las inequidades), se inscriben los de la mañana siempre y cuando se les solucione el almuerzo. El colegio construye, poco a poco, un comedor y una cocina, que es lo que deberían tener todos los colegios oficiales para desbaratar las cadenas de corrupción a las cuales nos tienen acostumbrados los operadores del programa de alimentación escolar. No todos, pero casi. Y de paso comer más yuca que papa, que es lo que se cultiva en la zona. A la fecha, ningún estudiante recibe un solo bocado.
Lo cierto es que encontramos la forma de llevarles el almuerzo. Y claro, al principio se quedaban solo para comer. Obvio. Pero poco a poco, sus maestros, con apenas tres o cuatro años más que ellos, los fueron convenciendo de que valía la pena quedarse a los refuerzos, así llamados. Y ha sido todo un descubrimiento tanto para unos como para otros. Ha pasado el tiempo y algunos de los jóvenes maestros ya están en la universidad y sus jóvenes discípulos, a punto de graduarse. Es posible que la memoria les conserve esa primera experiencia como aprendices de maestros y como alumnos de estudiantes. Aprenden mucho, entre otras cosas, porque es voluntario y el experimento, aunque muy serio, no tiene los clásicos dispositivos escolares de evaluación y seguimiento. Como son casi contemporáneos, se conectan muy rápido y son capaces de quedarse en silencio un buen rato o cantar de repente un rap de moda.
La brecha que les espera al graduarse será honda, a pesar de los esfuerzos institucionales. Tal vez tanto como la de donde vienen. De una a la otra. Es probable que hayamos cambiado algo en el corazón y la mente de los unos y los otros, pero no me hago ilusiones. ¿En qué país civilizado y democrático del mundo los chicos del sector privado en educación secundaria hacen refuerzos a sus pares del sector oficial y, de paso, les llevan el almuerzo?
Lo nuestro no deja de ser un gesto valioso, de buena índole; pero linda con el asistencialismo, si es que no lo es. Creo que las cosas cambiarán en serio cuando los secretarios de Educación locales, departamentales y el propio ministro de Educación tengan a sus hijos en el sector oficial, mayoritariamente. El último que lo hizo se llamaba Luis Carlos Galán Sarmiento... y lo mataron a tiros.