¡Que vuelva el francés a las aulas!
- Fecha: 26 / Julio / 2019
Antes del fin de la Segunda Guerra Mundial el idioma internacional era el francés. Los libros académicos, las relaciones internacionales, estaban dominados por la lengua francesa. Había, además, una tendencia a aprenderlo y, en los colegios, era frecuente encontrarlo en sus planes de estudio. Tampoco era extraño encontrar que en muchas familias se hablara un poco de francés, porque estaba considerado como una parte de la buena educación. Con el triunfo de los aliados las cosas cambiaron drásticamente. El inglés tomó la delantera por razones geopolíticas y económicas.
Que una lengua haya tomado el lugar de liderazgo de la otra no es en sí mismo un problema. La cosa es cómo lo ha hecho. Y creo, al menos, que en el ámbito de la vida escolar, lo ha hecho de una manera hegemónica y por tanto, excluyente. Con solo un vistazo a las dos últimas décadas en el medio escolar colombiano es fácil comprobar la compulsión que ató a los colegios en la enseñanza del inglés. Y a las familias. Todo se volvió en inglés. El árbol erguido del inglés cubrió con arrogancia otras especies de la rica flora lingüística del mundo.
Llegado a este punto siempre hago un alto en el camino. Y dejo constancia de la importancia de saber inglés y de su belleza como lengua. Pero subrayo que no a costa de otras lenguas, de otras formas de nombrar el mundo y de entenderlo. Hasta el propio Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, ya hace unos años, dejó de incluir el italiano, el francés y el alemán en sus exámenes anuales de Estado, conocidas hoy como Pruebas Saber. Y lo hizo con el deleznable argumento de que el inglés era mayoritario en términos de hablantes y las otras lenguas no. Y es verdad. Pero con esa lógica las bebidas gaseosas y las novelas de Corín Tellado son más importantes que el Malbec o el Carmenere, y que el Rey Lear o L’Etranger. Y no creo que lo sean.
Por fortuna el péndulo ejerce de nuevo su dominio. No en contra del inglés y su odioso desplazamiento de las lenguas minoritarias. No. Constato un equilibrio en marcha. Por eso celebro que un colegio como el que ahora dirijo, en la mitad de la Orinoquia colombiana, exista y promueva un programa que se llama ‘Label’, para la enseñanza del francés desde la educación primaria y que, además, está auspiciado por el Ministerio Europeo para Asuntos Extranjeros y por la embajada francesa.
Entonces los niños aprenden el francés y el inglés al tiempo. Y lo hacen desde su lengua materna. Y de esa manera, ninguna planta del jardín toma el sol que les pertenece a las otras.